La perfección, ilusión limitante o impulso divino

david de miguel angel estatua

La perfección como aspiración o como ideal, es una ilusión limitante si se vive desconectado de todo lo que es. Lo siento así, porque comprendo la perfección como una caractéristica de la todalidad, de la realidad material y la realidad no manifestada.

La perfección como impulso divino

La perfección es un potencial, es un impulso divino que nos ilumina y nos evoca sentimientos de unidad, humildad y comprensión más profunda de la realidad.

La experiencia de la propia existencia, sometida a la creencia de la obligación de ser perfectos, genera dolor, limitación, frustración, anulación, autosabotaje, tristeza, estancamiento o, en otro extremo, emociones relacionadas con comportamientos y personalidades narcisistas.

La perfección como creencia limitante

La creencia en la posibilidad de perfección en nuestra personalidad y en nuestra experiencia de vida, implica las dos siguientes polaridades: la personalidad narcisista y en el otro extremo, la del trastorno límite de la personalidad. Entre estas dos polaridades hay un sinfin de frecuencias y justo en el medio estaría el equilibrio armónico, que conlleva la integración de la verdad: el sentir y experimentar que formamos parte de un todo y que jugamos a explorar esas polaridades tendiendo al equilibrio y al origen de nuestra esencia que es perfecta.

Ese equilibrio, lo logramos observando las partes que creemos imperfectas nuestras; y digo observando, no digo juzgando o rechazando.

Cuando las negamos o cuando las juzgamos, experimentamos sufrimento. Y esto es así, porque esas partes que creemos imperfectas, forman parte de nuestra vida, de nosotros mismos, es decir, somos nosotros mismos; y si yo no quiero verme o si yo me estoy juzgando continuamente, voy a experimentar dolor en distintos niveles y bloqueos en distintas áreas de mi vida.

Llamamos bloqueos a una falta de amor hacia nosotros

Entendiendo esto, comprenderemos que, los bloqueos no existen como tales, aunque sí podamos sentirlos o experimentarlos, con dolor. ¿Por qué digo esto? Porque, aparte de lo que se experimente en la realidad material, en la realidad no manifestada, la que no se ve, realmente lo que existe es una falta de aceptación de una parte de nosotros, de una parte a la que juzgamos de imperfecta, que nos negamos a reconocer: «eso no está bien» «van a juzgarme por eso» «eso es una debilidad» «no quiero que nadie sepa o vea esto» «si muestro esta parte de mi, me expongo a ser juzgado y me rechazarán», «no encajaré con lo que se supone que es aceptable o reconocido». Y en muchas ocasiones, estas tribulaciones ni siquiera son conscientes.

Luchamos contra la corriente de la vida, negando nuestra vulnerabilidad y la transparencia de nuestra experiencia presente.

Los miedos suelen ser esas partes de nosotros que no nos gustan nada; los camuflamos y nos creemos perfectos.

Como se alejan del concepto de perfección que tenemos racionalizado, les damos de lado y tratamos de ocultarlos, convencidos de que hemos resuelto el tema. Sin embargo, los miedos siguen ahí, cada vez más camuflados en el personaje que interpretamos, o que creemos ser.

Los bloqueos nos muestran por dónde empezar a atendernos

Pero nadie puede dejar de reconocerse a sí mismo por siempre, al igual que es imposible detener el flujo y la evolución de la vida. Cuando, por falta de consciencia, así lo pretendemos, surgen los problemas o bloqueos, en el áerea de nuestra vida afectada por esos miedos o creencias limitantes. Nuestra salud se deteriora y la relación que tenemos con nosotros mismos y con los demás, también.

La paradoja es que si atendemos la experiencia del bloqueo, de una manera consciente y responsable, descubriremos qué miedo o qué patron limitante está obturando el flujo de nuestra salud, de nuestras relaciones o de nuestra abundancia. Nuestra imperfección, nos da pistas de cómo restablecer la armonia.

El solo hecho de ir hacia dentro, detenernos en lo que sentimos y en lo que pensamos y observar cuáles son nuestras reacciones internas y externas derivadas de esas emociones y pensamientos, ya estaremos poniendo luz a nuestras sombras, generando una activación de la energía y el consiguiente desbloqueo, físico y emocional.

Atiende amorosamente tus luces y tus sombras

Así que es recomendable empezar a amar todos esos aspectos nuestros, menos perfectos, ya que gracias a ellos, podemos reconducirnos hacia el equilibrio; el no atenderlos e intentar taparlos, es una falta de cuidado y atención hacia nosotros.

No podemos ser perfectos por nuestra condición humana. Si bajamos nuestras barreras mentales y dejamos de autoengañarnos, atenderemos nuestras «imperfecciones», elevando nuestra frecuencia hacia nuestro potencial de amor divino, que es lo que somos en esencia.

Si deseas atender tu proceso de manera individual puedes ponerte en contacto conmigo para concertar una sesión personalizada.

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Atrévete a ser feliz.