La autobservación es uno de los mayores actos de responsabilidad que podemos tener hacia nosotros mismos, bajo mi punto de vista y experiencia, claro.
Es el mayor acto de amor que jamás nadie hará por nosotros, porque su fuerza reparadora y reequilibradora, genera transmutación de memorias y bloqueos y nos permite, con una práctica continuada, conectar con la luz que somos y manifestarla en cualquier ámbito.
Así de sencillo y de resumido lo transmito, no tiene más. Ahora bien, una cosa es la teoría y otra es la práctica… hasta convertirse en hábito, requiere de responsabilidad, constancia y coraje.
¿Cómo experimentamos nuestras emociones?
Todos hemos pasado por etapas o momentos en la vida, en que la experimentación de las emociones, nos ha alejado, todavía más, de la consciencia que somos. Son todas esas experiencias en que nos hemos sentido identificados con esas emociones, o dicho de otra manera, no hemos sabido identificarnos como algo separado de ellas. Nos hemos sentido enterrados por el alud de la vergüenza, abandonados por la misma pena, desintegrados por el miedo, o quemados por la rabia o frustración. Éramos vergüenza, pena, miedo, rabia y frustración sin siquiera percibir un atisbo de posibilidad alternativa.
Posibles alternativas a identificarme con la emoción
Debajo de la alfombra
La primera alternativa por la que todos hemos optado, es la que aprendimos y experimentamos ya, en nuestros primeros años de vida, en casa y en la escuela y que tiene un contenido moral, que es la de reprimir esas emociones; es decir, aunque yo sienta miedo, como está mal visto tener miedo, he de hacer ver que no lo tengo y me tengo que convencer a mi misma de que no lo tengo; si yo estoy enfadada, he de reprimir mi enfado y no mostrar esa emoción, etc.
Esta primera alternativa es la común y es la que genera dolor, a corto, a medio y a largo plazo. Esas emociones reprimidas se convierten en paquetes de información, que quedan almacenados en algún lugar de nosotros y resurgen a la experiencia cuando menos nos lo esperamos, a modo de impedimentos, bloqueos en nuestro camino, malestares y enfermedades.
Esta primera alternativa, es enjuiciadora y represiva y nos condena a cubrirnos de sombra, porque no nos enseña a responsabilizarnos y nos deja en el estancamiento del sentimiento de ser víctimas.
Me convierto en observador
La segunda alternativa, supone un paso más allá en nuestro crecimiento personal y espiritual. En lugar de reprimir esas emociones, simplemente las observo; me dedico tiempo a mi misma y observo que hay en mi; cómo estoy reaccionando ante tal situación, adversidad, circunstancia.
Mi intención simplemente es de observar, no de reprimir. Al hacerlo de esta manera, me permito identificarme separada de esas emociones, con la capacidad de elegir y decidir consciente el siguiente paso a dar.
Esta observación constante y consciente, provoca la transmutación de toda esa información contenida en esas emociones, de manera que no se quedan almacenadas de manera insana en nosotros. Al observar, la emoción se disuelve integrándose y pasando a formar parte de mi propia sabiduría, que no es otra cosa que el conocimiento de la verdad, llevado a la práctica. Es decir, además de saber qué hacer, lo experimento y lo sumo a mi experiencia de una forma constructiva para el alma.
Esta segunda alternativa, no enjuicia, empatiza. Además revierte en autoconocimiento, sabiduría y sanación, porque va generando en cada uno de nosotros un espacio de luz, cada vez más grande, donde empezamos a percibir nuestros dones, que posteriormente realizaremos.
Es como si te dijeras a ti mismo: ¡Vamos a ver que está pasando aquí! Te responsabilizas de lo que hay en tí, por lo tanto desaparece el victimismo.
Esa introspección sostenida en el tiempo, te libera de repetir esas emociones bajas de manera incontrolada, porque vas saboreando el temple y la armonia de la experiencia de la consciencia.
Te conviertes en el guardián de tu corazón y de tu alma y te elevas hacia la luz que eres. Discernir te lleva a elegir lo elevado dentro de ti y nada más.
Con todo lo anterior no quiero decir que hay que desatender la realidad física y únicamente ocuparse de los mundos internos. Más bien se trataría de atender los dos a la vez, sin aceptar injusticias, sometimientos, manipulación, ni maltratatos de ningún tipo, está claro.
Si deseas transmutar memorias que te impiden avanzar, puedes participar en mis sesiones semanales de autocuración, o en mis cursos y talleres. Si deseas una sesión individual, ponte en contacto conmigo para concertar tu cita.
Atrévete a ser feliz.