Los desafíos en cualquier ámbito, nos obligan a elegir qué camino tomar para atravesarlos. El mundo espiritual nos invita a percibir esos desafíos con unos simbolismos, de forma arquetípica, para proceder a reconducir nuestra visión o nuestra percepción de la vida.
Por eso, es importante ver más allá del puro escenario en el que nos encontramos y buscar las respuestas a lo que nos depara la vida, en nuestra percepción y en nuestro sentir.
Desafíos y nuestras elecciones
Ante una situación, por más desafiante que resulte, nos va a servir de mucha ayuda, decidir cómo nos queremos sentir en ese momento, antes de decidir qué hacer.
El hecho de elegir un sentimiento, por ejemplo “en este momento deseo sentirme en paz y segura de mí misma”, va a darnos la capacidad de parar nuestra mente, que, normalmente, ante las dificultades, opta por ofrecernos el peor de los panoramas, o directamente bloquearnos y generar una serie de emociones de una frecuencia vibracional muy baja.
Si direccionamos nuestra intención y nuestra elección hacia un sentimiento elevado, vamos a obtener del universo las respuestas acordes con la situación y con la manera más armónica posible de atravesarla, de manera que nos sirva de aprendizaje y no de carga emocional.
Esa forma de direccionar nuestra intención, supone optar por un enfoque en el corazón, en lugar de en la mente, además de un trabajo de auto observación y de amor hacia uno mismo. Es la puerta de acceso a la información disponible en nuestro interior. La mente no puede tener acceso a esa información. Es más, la mente nos va a decir que no tenemos ese acceso o incluso que esa información no existe o es errónea.
Desafíos y pensamientos
Normalmente nos dedicamos a estrujarnos y a pensar mucho, e incluso en piloto automático, esperando, con duda y desconfianza, encontrar en otro lugar o en otra persona la solución a los desafíos que la vida nos presenta. Eso es así porque existe la arraigada creencia, de que la solución mejor para uno mismo, siempre está fuera de sí.
Sin embargo, empezar por la solución de la elección de nuestro sentir, está más acorde con nuestra naturaleza en esencia y con nuestro potencial; es decir, primero elegir sentir paz interna, por ejemplo, y luego estar abiert@ a recibir del universo, la información que necesitamos para atravesar el desafío en cuestión.
Esta forma de proceder está más allá de lo conocido y experimentado por el colectivo, que suele atender sus desafíos a través de la guía de lo publicitado, lo recomendado, lo recetado, lo diagnosticado protocolariamente y de forma despersonalizada, lo aconsejado o lo impuesto por la institución que sea, por los medios, por la publicidad, por el técnico o especialista en cuestión.
Desafíos y sentimientos
Cuando se invierte la fórmula y la vida se siente en lugar de pensarla, obtenemos respuestas personalizadas con códigos propios, que nos darán la solución a nuestras dudas; posiblemente, esas respuestas nos dirijan a una solución externa, a un lugar, a un libro, a un podcast, a un médico, a un amigo o familiar, pero habrá sido nuestro sentir interno el que nos ha dirigido hacia el exterior, no nuestras creencias limitantes de desconfianza e insuficiencia.
Habremos obtenido una solución personalizada de nuestro Ser y no una respuesta automática externa, elegida por nuestro mental debilitado por creencias limitantes inconscientes y que, por supuesto, no armonizará con nuestras necesidades personales.
Esas respuestas internas se caracterizan porque nos dan paz, no nos la quitan. Se sienten amorosas y nos respetan. Provienen de la parte más elevada nuestra. Están por encima, vibracionalmente hablando, de nuestros pensamientos y de nuestros hábitos repetitivos de nuestras zonas de confort y de nuestros patrones negativos inflexibles.
Nuestras esferas mentales, están compuestas, en gran parte, por todo el bagaje de lo aprendido e integrado, de otras premisas o experiencias, de memorias que nos limitan y nos separan de la unidad divina de la que todos formamos parte. Nos separan de nuestros dones y de nuestra guía interna, basada en el amor y en la armonía hacia nosotros y hacia todo lo demás.
Esas memorias, nos mantienen anclados en una realidad distorsionada, mucho más limitada que la realidad donde se halla nuestro potencial; y no sólo de una manera individual, ese entramado mental, ha ido generándose colectivamente, de manera que nos afecta impregnando nuestro mental, confundiéndonos a todos y distorsionando nuestro enfoque del corazón, dirigiéndolo al caos de los pensamientos.
Desafíos y discernimiento
Es importante empezar a distinguir, qué es lo que me mueve, qué es lo que me hace elegir una opción u otra; ¿lo hago teniendo en cuenta mi sentir, o lo hago teniendo en cuenta la creencia de que no tengo acceso a las soluciones y por eso delego todas mis elecciones en algo externo? Eso es el discernimiento, elegir con consciencia, elegir sabiendo qué soy y a qué estoy conectado; es la vivencia de la escalera de Jacob, la conexión con el cielo y la tierra. Cada uno de esos escalones (desafíos, vicisitudes, experiencias), nos ofrecen la posibilidad de vivir en conexión con el cielo en nuestra experiencia terrenal en este bello planeta.
Empezar a discernir, es la clave y la pista nos la va a dar el sentir; ¿cómo me siento?, ¿cómo me hace sentir esta compañía, este trabajo, esta actividad social?; ¿me siento bien reaccionando así, o en realidad se satisface mi parte egoica y dolida, es decir una parte limitada de mi? ¿Estoy reaccionando igual a los mismos estímulos porque mi mente no me permite flexibilizar mi visión y me dice que esa versión mía es la perfecta y la que me va a dar seguridad? ¿cuál es la calidad de mis pensamientos y de mis emociones? ¿me dan paz o están blindando mi corazón para no sentir dolor y por tanto me impiden sentir paz y tener visión más allá de la realidad que me permito creer?
Es sólo un ejemplo de guía hacia el interior, para permitirnos llegar a lo profundo y ser auténticos, no porque nadie nos lo diga, sino por amor hacia nosotros mismos, para liberar la esencia divina y manifestar la luz que somos. Para ello hay que iniciar el camino del mago, del alquimista, del arquitecto de nuestra experiencia vital; hay que conectarse con uno mismo, tener certeza de la propia luz y comprometerse con la manifestación de esa luz.
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Atrévete a ser feliz.